Hoy celebramos un hito en la historia de la región mesoamericana: el 28 de junio de 2008 nuestros jefes de Estado y de Gobierno transformaron el Plan Puebla-Panamá para dar vida al Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica, más conocido como “Proyecto Mesoamérica”. Este integral proyecto regional busca potenciar la cooperación y la complementariedad entre nuestros países para ampliar y mejorar las capacidades en proyectos de conectividad, así como en iniciativas sociales y ambientales que promuevan el desarrollo integral de Mesoamérica.

Desde la primera Cumbre de Mandatarios del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla celebrada en 1991, marco regional bajo el que se creó el Proyecto Mesoamérica, sus 10 países miembros junto con organismos regionales e internacionales y el Grupo Técnico Interinstitucional han trabajado incansablemente en la construcción de proyectos e iniciativas que promueven el desarrollo de bienes públicos regionales. Estos bienes incluyen obras, recursos y servicios que benefician a más de un país gracias a la acción colectiva y coordinada de los involucrados.

Como ejemplos tangibles de estos esfuerzos, se encuentra el desarrollo de infraestructuras regionales en redes eléctricas, viales y de comunicaciones. Por otro lado, los ejemplos intangibles abarcan instrumentos como el Corredor Biológico Mesoamericano y el Observatorio de Educación Ambiental, que contribuyen a proteger los ecosistemas de la región, así como iniciativas en salud, educación, resiliencia ambiental y medio ambiente, que fortalecen el conocimiento y las capacidades del recurso humano.

El cambio climático, uno de los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo, afecta a escala global y exige que los esfuerzos regionales en Mesoamérica se ejecuten desde una perspectiva intersectorial, holística, sistémica, inclusiva y sostenible. Durante todos estos años, hemos enfrentado grandes retos para consolidar los proyectos regionales, a ejemplo, la pandemia de COVID-19, que puso a prueba nuestra capacidad de adaptación y resiliencia. Sin embargo, también abrió nuevas oportunidades, estimulando nuestra capacidad para innovar y colaborar de maneras más creativas y sostenibles.

Con un enfoque integral y estratégico, hemos iniciado un proceso de fortalecimiento del Proyecto Mesoamérica, a fin de que sea un mecanismo ejecutivo y pragmático que responde eficazmente a las necesidades y realidades de los más de 240 millones de ciudadanos que habitan en esta pujante región, promoviendo proyectos inclusivos y sostenibles, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida de las personas, bajo modelos de desarrollo económico circular, resguardando de manera sustentable sus importantes activos naturales.

Mirando hacia el futuro, estamos comprometidos a continuar trabajando de la mano de nuestros socios y aliados, reconociendo y agradeciendo el incansable esfuerzo conjunto. Aprender de nuestras experiencias y buscar soluciones creativas para los desafíos emergentes que enfrentan nuestros países serán clave para el éxito.

Desde la Dirección Ejecutiva, reafirmamos nuestro compromiso con la nueva visión y los valores que nos guiarán para seguir avanzando juntos hacia una Mesoamérica resiliente, sostenible y próspera.